El lema fue acuñado por el entonces presidente de la institución deportiva, Alberto J. Armando, quien impulsó esta cruzada educativa y federal. Entre las escuelas que se construyeron una fue en el paraje Ojo de Agua, de Rosario de la Frontera, que se inauguró el 10 de octubre de 1968 y aún sigue en pie.
“El sábado pasado fue otra jornada trascendente en la historia de la ciudad deportiva. Allí, sobre la tierra que ya le habíamos ganado al río, tuvo lugar una ceremonia que estuvo signada por un emotivo canto de argentinidad, como demostración que nuestra institución trabaja para el país todo, sin distinción de banderías”.
Estas fueron las primeras palabras que el presidente de Boca Juniors dijo en un acto celebrado en la Ciudad Deportiva de dicho club hacia finales de la década del 60, y se referían a la contrapartida que el club de la rivera, retribuiría al Estado Argentino, gracias a lo recibido por Ley 16.575.
Dicha ley otorgó “una fracción de tierra con superficie de hasta de 40 hectáreas”, y fue en esa tierra donde se emplazó un gran sueño boquense: la Ciudad Deportiva, mismo espacio donde la comisión directiva xeneixe redobló la apuesta.
En palabras del mismo Armando, “se concretó en esta oportunidad la cesión de las veintitrés escuelas a otros tantos estados provinciales, de acuerdo a lo que ya se había anticipado”.
Aquellos relatos están contenidos en un extenso y minucioso artículo de la revista “Así es Boca”, aparecida en aquellos días, y que fue descubierta gracias a la gentileza de la Biblioteca del Fútbol. En ella se lee la alocución del destacado presidente, quien estuvo al frente de la institución durante 21 años, divididos en 2 gestiones.
El proyecto educativo impulsado por Boca Juniors tuvo un costo de 2.500.000 pesos y en total se erigieron 23 escuelas en todo el país, una por provincia; y entre ellas, la de Ojo de Agua, en el departamento Rosario de Frontera, en Salta; es una de las más emblemáticas, inaugurada el 10 de octubre de 1968.
Todas las escuelas fueron construidas de forma similar siguiendo un modelo único, “desde días atrás, podía notarse en los terrenos correspondientes a la Isla N° 4, una singular construcción de forma circular, pintada de un color verde suave , cuyas líneas eran simples y a la vez armónicas. Se trataba de un prototipo de las mencionadas escuelas”, decía Armando al respecto en el acto inaugural de lanzamiento.
Por su forma hexagonal algunos las asemejaron con los gajos de una pelota, y entonces utilizaron el eufemismo de “las redondas” para denominarlas, en tanto otras personas vieron en la construcción una “calesita”, mote que todavía perdura en el acervo colectivo y se utiliza para denominar a algunas de ellas.
“Tenemos el emocionado honor de anunciar, en nombre del Club Atlético Boca Juniors, que las 23 escuelas íntegramente concluidas, están a disposición de los gobernadores de provincias con una sola responsabilidad: ¡Inaugurarlas!”, arengaba Armando desde el micrófono principal.
Y siguiendo con su alocución, el por más de dos décadas presidente de Boca Juniors y de quien toma nombre la mítica Bombonera, tendrá un tono de gran profundidad. “Decimos a los señores gobernadores: traigan a los maestros y a los alumnos, pues ahí están las escuelas, listas, incluso con el pizarrón y la tiza para que una mano temblorosa escriba la primera palabra: mamá”.
“Tengo el privilegio de poner a disposición de los señores gobernadores o de sus dignísimos personeros, una escuela para cada provincia, 23 esperanzas para toda la patria”, remataba el presidente xeneixe dejando inmortalizada una gran frase que entrecruza el deporte con la educación.
La Escuela Carmen Salas de Ojo de Agua
El contexto general estaba marcado por Boca Juniors, y la certeza de que una de las 23 escuelas sería para Salta también existía. Sin embargo, poco se sabía del destino de dicha institución, que con el tiempo se fue dilucidando.
La escuela donada por Boca estaría emplazada en una zona rural en las afueras de Rosario de la Frontera, sur provincial, más exactamente en el paraje Ojo de Agua, donde para fines de la década del 60 existía una gran producción rural que aglutinaba a gran cantidad de familias campesinas.
En una carta fechada el 17 de julio de 1968, Boca Juniors respondía a una misiva enviada por la comunidad educativa salteña: “don Alberto J. Armando tendría sumo placer en asistir a los actos de inauguración de la Escuela, para lo cual podría disponer de uno de los días entre el 6 y el 9 de agosto próximo. Asimismo, para dicha fecha, podría contarse con una división de nuestro plantel, para la disputa del encuentro que propone realizar en esa localidad”.
El director de la institución en ese momento era Faustino Beltrán (hijo), persona que las crónicas históricas guardarán como aquel que recibió en Salta aquella peculiar iniciativa de la entidad deportiva.
Ya más cerca de la fecha de inauguración, Boca responderá con mayores certezas en una carta fechada el 25 de setiembre de 1968. “Llevamos a su conocimiento que Boca Juniors será representado en el acto del día 10 de octubre próximo por una delegación de cinco Directivos, entre los cuales podrá contarse o no el señor Alberto J. Armando, de acuerdo con la fecha a fijar para su próximo viaje a Europa”.
En otro apartado se argregaba: “en lo que refiere a la concurrencia de un equipo de jugadores de fútbol, ello no será posible, por no permitirlo la programación de encuentros de la presente temporada federal”, finalizaba la misiva que lleva la firma del secretario de Boca Juniors, Angel Parenti.
Será entonces, finalmente, el 10 de octubre de 1968 cuando se concrete el trascendental hecho histórico, del cual la edición del día posterior del diario salteño El Tribuno dirá: “A las 11, con la presencia de directivos del Club Boca Juniors, de dejó inaugurada la escuela “Carmen Salas” de Ojo de Agua donada por la institución porteña, acto al que asistió el presidente del Consejo de Educación Provincial, presbítero Carlos Escobar Saravia”.
La escuela hoy
El paraje Ojo de Agua sigue vivo y latente a poco más de 15 kilómetros de la ciudad termal de Rosario de la Frontera, sin embargo, la realidad es completamente diferente a la vivenciada a finales de la década del 60, cuando llegó la donación boquense.
“Hoy la realidad de la escuela es complicada por la poca cantidad de alumnos debido a que la gran mayoría de las personas se fueron al pueblo”, comenta su actual director, Sergio Antonini, quien lidia con la problemáticas propias de haber quedado un tanto aislados y cada vez más solos en la comunidad.
Antonini es director y único docente de grado de la escuela N°4102, Carmen Salas, o la “calesita” o la “redonda”, como le llegaron a decir también. Hace tres años que está designado en la escuela y la matrícula es de apenas nueve niños, tres en nivel Inicial y seis en nivel primario.
El director y maestro se lamenta por el abrupto cambio sufrido tanto en la escuela como en la comunidad de Ojo de Agua, al tiempo que remarca que “ya no quedan muchos recuerdos de lo que pasó en ese momento”; en algunos casos porque los testigos directos fallecieron y en otros porque migraron a diferentes lugares en búsqueda de nuevas oportunidades.
La escuela Carmen Salas guarda dos huellas indelebles: la de su patrona, la educadora que eligió Rosario de la Frontera para hacerse cargo de la dirección de la Escuela Normal Rural Mixta de aquella ciudad, y la del gesto solidario de Boca Juniors, que la convirtió en símbolo de un tiempo en que el deporte supo tender la mano a la educación.
Hoy las realidades actuales del Club y de Ojo de Agua parecen distantes, y si bien el lazo histórico intentó sostenerse con un reencuentro entre la parte de Boca Social y las autoridades salteñas de Educación, el vínculo pareciera ser cada vez más lejano.
Inmersa en una realidad totalmente rural, la “calesita” o la “redonda” de Ojo de Agua, todavía guarda memoria en sus paredes. Las aulas, aunque escasas en guardapolvos blancos, siguen encendiendo una llama; porque cada niño que cruza su puerta confirma que el sueño de aquella donación no se apagó y, tal como lo deseó Alberto J. Armando, sobrevive en los cuadernos y en la tiza que aún dibuja las primeras palabras, así como el eco de una promesa cumplida que unió, inéditamente, fútbol y educación.