Es otro eslabón de la red narcocriminal integrada por reos y guardias. Según el fiscal se trata del "organizador" de conductas ilícitas dentro del penal.
En un nuevo golpe a la organización narcocriminal que operaba en el Complejo Penitenciario Federal NOA III, la Fiscalía de Distrito detuvo a un celador. En su auto, hallaron drogas y celulares. Se determinó que los teléfonos que vendían a los internos provenían de requisas internas. Por cada aparato, los presos pagaban 250 mil pesos y luego lo revendían a 400 mil. El uso era clave para la distribución y comercialización de droga.
Como resultado de una segunda etapa de la investigación en el penal federal ubicado en General Güemes, el viernes 8 de agosto la Fiscalía de Distrito logró la detención de un agente penitenciario en una nueva visita sorpresa a esa unidad carcelaria.
Se trata de Delfor Alejandro Dávila, un celador que cumplía tareas en el llamado "Pabellón Cerrado", denominado formalmente Sector Polimodal de Tratamiento, con capacidad para 48 internos, divididos en cuatro pabellones (A B C D) con capacidad para 12 reos cada uno.
El lugar fue designado para tener a raya a los presos con mala conducta de ese penal. Paradojas carcelarias, allí se gestó la organización narcocriminal integrada por reos y guardias (incluidos algunos jefes) que llegó a monopolizar el ingreso de celulares, drogas y psicofármacos. Negocio que rápidamente les dejó grandes dividendos.
Primer golpe
El 10 de junio, como primer golpe de una investigación que inició el 1 de enero de 2024, tras la espectacular fuga del capo narco Cristian Ruiz Díaz, apodado "El Señor Fusil", la fiscalía allanó las instalaciones del complejo y desactivó la banda criminal.
Como resultado de esta primera redada, que demandó un gran despliegue de efectivos de Gendarmería, armamento y el apoyo aéreo de un dron que captó cuando volaban teléfonos y drogas desde la ventana de las celdas, la fiscalía imputó a ocho internos, entre ellos Rubén Ángel Rodríguez, alias "El Patrón", jefe de la pata de presos de la red narcocriminal.
Rodríguez había montado un sistema de comercialización de drogas donde eran claves los celulares. Los teléfonos adquirieron un gran valor, pues eran el medio a través del cual los internos solicitaban la droga, la que, a su vez, era revendida en cada pabellón, estableciéndose así una red que comenzaba a acaparar gran parte de la población carcelaria.
En un video, difundido por la fiscalía al imputar a Rodríguez y sus secuaces, se puede ver cómo sus lacayos, entre ellos Ezequiel Toledo -condenado por el secuestro extorsivo del empresario salteño Víctor Giménez- fraccionaban los envoltorios de estupefacientes.
Los presos, desde una celda, mostraban la droga y se jactaban de la gran variedad que poseían. "Tenemos amarilla, blanca y verde", en alusión a pasta base, cocaína y marihuana, en una suerte de promoción que difundían, a través de los celulares la red de revendedores.
Segundo golpe
En esta segunda visita, la fiscalía fue directamente contra Dávila, quien lejos de guardar las formas, evidenció una conducta corporativa con el resto de los integrantes de la organización narco, pues se apresuró a dar aviso de la requisa sorpresa a los internos de distintos pabellones.
Lo que no sabía Dávila es que su detención, coincidió con una requisa sorpresa que el Ministerio de Seguridad de la Nación decidió ejecutar esa jornada, lo que, de alguna manera, jugó a favor de la fiscalía, pues dejó en evidencia al penitenciario.