La Argentina de Milei:  Una minoría viaja al exterior pero la mayoría ajusta cada vez más para cubrir necesidades básica

La Argentina de Milei: Una minoría viaja al exterior pero la mayoría ajusta cada vez más para cubrir necesidades básica

El consumo en Argentina refleja una grieta profunda: mientras una minoría con altos ingresos mantiene niveles de gasto elevados, la mayoría ajusta cada vez más para cubrir necesidades básicas. La crisis golpea con más fuerza a jubilados, trabajadores informales y beneficiarios de la AUH, según un informe privado. 

La crisis económica en Argentina no se vive de la misma manera para todos. Un reciente informe de la consultora Moiguer y Asociados muestra con crudeza cómo el consumo se ha fragmentado según el poder adquisitivo: mientras un sector accede a bienes importados, viajes internacionales y nafta premium, otro no puede cubrir servicios esenciales y recorta en comida o medicamentos

Según el relevamiento, el 50% de los hogares no logra cubrir sus gastos mensuales. Dentro de ese universo, un 30% admite resignar consumos esenciales para pagar servicios públicos que, desde la asunción de Javier Milei, han experimentado aumentos superiores al 900% en algunos casos.

Un ejemplo concreto: una familia tipo en la Ciudad de Buenos Aires que pagaba $20.000 de gas en noviembre de 2023, hoy abona $200.000 por el mismo consumo. En palabras de un vecino de Caballito citado en el informe: Calentar la casa ya es un lujo. Este invierno dormimos con tres frazadas”.

En paralelo, se consolida una clase media-alta que aprovecha el "dólar barato" para gastar más. Fernando Moiguer, CEO de la consultora, explicó: “Los sueldos altos dolarizados permitieron a muchos ampliar sus consumos. Hoy viajan, compran en el exterior y siguen ahorrando en moneda dura”.

Esto explica el boom del turismo internacional: el turismo emisivo creció un 80% interanual en mayo, con ciudades como Miami, Santiago de Chile y Río de Janeiro entre los destinos más elegidos. Al mismo tiempo, las importaciones de bienes aumentaron un 60% y el consumo en plataformas extranjeras como Amazon o Shein se incrementó en un 11%.

Mientras tanto, los rubros esenciales del consumo muestran señales de fuerte deterioro. Según datos de la Confederación Argentina de la Mediana Empresa (CAME), en mayo cayeron las ventas en alimentos y bebidas (-7,6%), perfumería (-5,2%), farmacia (-1,5%) y materiales de construcción (-2,6%).

La clase mediaespecialmente los trabajadores asalariados que no reciben ingresos dolarizados, se ve cada vez más presionada por el incremento tarifario. En tanto, la clase baja, que depende en buena medida de transferencias del Estado como la Asignación Universal por Hijo, ve cómo ese ingreso, aunque ajustado por inflación, no compensa la pérdida de poder de compra.

Uno de los sectores más golpeados es el de los jubilados. Sin cobertura suficiente ni ingresos que acompañen el ritmo inflacionario, muchos adultos mayores deben recurrir a la ayuda familiar para costear medicamentos, alimentos o transporte. “Mi mamá cobra la mínima. Entre los remedios y la boleta de luz no queda nada”, contó Paula, vecina de Salta, en una consulta local.

Este fenómeno de “dos Argentinas” conviviendo bajo un mismo cielo se acentúa con cada nuevo ajuste. La estadística del INDEC puede marcar una mejora del 5,8% en el consumo general, pero la lupa sobre los datos muestra una desigualdad estructural cada vez más visible.

Para Moiguer, el mayor problema no es solo económico sino social: “Hay una parte de la sociedad que quedó fuera del modelo y no tiene expectativas de recuperación. Eso mina el vínculo con el sistema, con el trabajo y con la política”.

 

En este contexto, los patrones de consumo ya no son apenas indicadores de mercado: son la postal cotidiana de una fractura social que crece y se profundiza.

 

 
 

 

 

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