Se encendieron las alarmas en las provincias de Salta y Jujuy por la aparición de casos de leishmaniasis visceral

Se encendieron las alarmas en las provincias de Salta y Jujuy por la aparición de casos de leishmaniasis visceral

Esta alerta obliga a profundizar la prevención.

En las últimas semanas, se encendieron las alarmas en las provincias de Salta y Jujuy por la aparición de casos de leishmaniasis visceral, una enfermedad que tiene en vilo a las autoridades sanitarias. El foco principal se encuentra en el departamento San Martín, particularmente en Tartagal y General Mosconi.

Sin embargo, la preocupación se extiende más allá de esa zona, ya que en los últimos años también se detectaron perros infectados en localidades como Pampa Blanca y General Güemes, lo que sugiere una posible expansión del virus.

Preparan jornada de formación médica en Güemes por casos de leishmaniasis

Con el objetivo de hacerle frente al avance de la leishmaniasis visceral, el Ministerio de Salud de Salta está organizando una capacitación clínica que se llevará a cabo el mes que viene en General Güemes. La iniciativa apunta a formar al personal sanitario, tanto del sistema público como del sector privado, de esa ciudad.

Además, se cursarán invitaciones a equipos de salud de la vecina provincia de Jujuy, dado que el problema afecta a ambos territorios, especialmente en las zonas cercanas a la frontera provincial.

La situación en el norte: antecedentes y acciones conjuntas

Los primeros registros de leishmaniasis visceral en personas en la provincia de Salta datan del año 2010. Más recientemente, en 2022, se confirmó la presencia de perros infectados en la localidad jujeña de Pampa Blanca, lo que encendió las alertas y llevó a reforzar el monitoreo epidemiológico en General Güemes. Ya en 2024, se detectaron en ese mismo departamento los primeros casos positivos en canes.

Ante esta situación, que afecta a ambas provincias del norte argentino, la Dirección General de Coordinación Epidemiológica de Salta puso en marcha una serie de encuentros de trabajo con distintos actores clave. Participaron representantes del hospital Dr. Joaquín Castellanos, la Municipalidad de Güemes, autoridades sanitarias de Jujuy, la Universidad Nacional de Salta, el Colegio de Veterinarios, entre otros organismos e instituciones comprometidas con la salud pública.

Los perros, un indicador clave en la propagación

“La aparición de casos en perros suele anticipar entre seis y ocho años la detección de la enfermedad en personas”, explicó Emilce Tapia, responsable del Programa de Enfermedades Dermatológicas de Interés Sanitario, subrayando la importancia de la vigilancia veterinaria para prevenir brotes en humanos.

De acuerdo a los datos oficiales de la Dirección General de Coordinación Epidemiológica, durante 2024 se notificaron 14 casos de leishmaniasis visceral en humanos en la provincia de Salta. En lo que va del 2025, ya se reportaron 4 nuevos casos, lo que refuerza la preocupación de las autoridades sanitarias y la necesidad de profundizar las acciones de prevención y control.

¿Qué es la leishmaniasis y cómo se transmite?

Se trata de una enfermedad zoonótica, provocada por un parásito llamado Leishmania infantum. No se transmite entre personas, sino que el contagio ocurre a través de la picadura de un flebótomo, un insecto volador más chico que el mosquito, de cuerpo peludo y hábitos nocturnos.

A diferencia de los mosquitos comunes, que se reproducen en agua estancada, los flebótomos se desarrollan en materia orgánica, y necesitan ambientes oscuros, húmedos y frescos para multiplicarse. Su actividad se intensifica al atardecer y durante la noche, momento en el que pueden picar tanto a humanos como a animales silvestres y perros.

Aunque los perros no contagian directamente a las personas, si son infectados por el flebótomo pueden convertirse en reservorios del parásito, contribuyendo a la propagación del ciclo de transmisión.

Síntomas y consecuencias

En las personas, la leishmaniasis visceral puede afectar órganos vitales como el bazo, el hígado, la médula ósea y otros sistemas. Entre los síntomas más comunes se encuentran: fiebre persistente, abdomen agrandado, pérdida del apetito, bajo peso, tos seca, vómitos y diarrea.

En los perros, los signos clínicos incluyen decaimiento general, falta de apetito, pérdida de pelo y lesiones en la piel —especialmente alrededor de los ojos y el hocico—, crecimiento anormal de las uñas, hemorragias nasales y formación de úlceras.

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